Por Néstor Gammella (*)
El título encierra la idea inicial de no partir sobre la masonería en el Libertador, tal como muchos prefieren, por el contrario, emprendo acerca de su catolicismo, que en definitiva encierra respuesta también sobre el primer aspecto, -ya que no pueden coexistir con lógica- en una misma persona, y no hay contradicciones en el Libertador, ni en sus ideas, ni entre sus dichos y los hechos.
La historia personal del General San Martín, sus progenitores y la institución militar que le influyó culturalmente, fueron de esencia católica. Valga la referencia que nació en las ex misiones jesuíticas de Yapeyú, dónde vivió los primeros años en un entorno religioso. En 1768 ya los jesuitas habían sido expulsados, y fueron los dominicos quienes asistieron católicamente en la región. José Francisco nació el 25 de Febrero de 1778 y fue bautizado en la Iglesia Católica de Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú.
Al regresar su familia a España, el niño José Francisco ingresa en 1785 al Colegio Católico Imperial de Madrid. Formativamente ha sido influido por el cristianismo católico.
El 19 de Agosto de 1808 a la edad de 20 años, San Martín es herido en la batalla de Bailén, curado por las hermanas de la Caridad, una de ellas le obsequia el rosario que lo acompañará toda su vida; vida que ha conocido mares, tierras y montañas, un viejo y un nuevo mundo; y éste rosario siempre le acompañó.
El 12 de Septiembre de 1812 contrae nupcias con Remedios, en la Iglesia de la Merced, con misa, y comulga.
También en el año 1812 legisla respecto al Regimiento de Granaderos que el fundara, y en el primer artículo del código, castiga a la blasfemia con pena muy dura.
El 5 de Febrero de 1813 tras el combate de San Lorenzo, ordenó misas por los caídos, y se los entierra con cruces, lo mismo hará en lo sucesivo a lo largo de sus campañas.
Siendo Gobernador de Cuyo en 1815, celebra el 25 de Mayo con solemnidad católica. Durante ese mismo año, en Buenos Aires, se alojará en el Convento de Santo Domingo, otra vez con los dominicos, y rechaza opciones más mundanas. Insta a la formación de un Vicariato castrense para el ejército.
El 8 de Agosto de 1816, respecto de la Independencia declarada días antes y siendo Gobernador de Cuyo, jura por Dios defender a la Patria, y lo hace jurar. El 31 de Agosto de 1816, a los pocos días de nacer bautiza a su hija con el nombre de Mercedes, y es en homenaje a la Virgen de esa advocación. A fines de ese mismo año recibirá a un centenar de frailes, curas y sacerdotes que asistirán en el Ejército Libertador, recordemos entre ellos al Fray Luis Beltrán.
Durante su gobernación de Cuyo, el 5 de Enero de 1817, apreciando la devoción en uno y otro lado de la cordillera respecto a la Virgen del Carmen, la instituye patrona del Ejército Libertador, y le entrega su bastón de mando. La entronizará en Chile también como patrona, y hará levantar una basílica en su honra y agradecimiento en los llanos de Maipo. También será protectora cuando la campaña arribó a Perú.
El 12 de Febrero de 1818 al cumplirse el primer aniversario de la batalla de Chacabuco, se declara la independencia de ese país, y pide la protección de Dios.
A principios de Julio de 1821 el Ejército Libertador entró en Lima, Perú, el 28 se juraba su independencia. El 29 de Julio se realizó un tedeum en la Catedral. El General San Martín promulgó el Estatuto Provisional el 8 de Octubre, y se lee en su primera disposición: “La religión católica apostólica romana, es la religión del Estado. El gobierno reconoce como uno de sus primeros deberes el mantenerla y conservarla…”. El Protector del Perú, General San Martín ha de jurar y firmar este Estatuto.
El 22 de Agosto de 1822 en Perú, el Libertador ordenó honores a Santa Rosa, y el día 30 una misa solemne y procesión. El 20 de Septiembre, antes de dejar Perú para regresar a Chile, el General San Martín hizo jurar a los diputados bajo la fórmula: “¿Juráis conservar la Santa Religión Católica, Apostólica, romana como propia del Estado y conservar en su integridad al Perú?
A lo largo de su correspondencia con distintas personas, el Libertador hace referencias católicas, y fallece el 17 de Agosto de 1850 como tal, solicitando un sepelio austero. En 1853 su hija Mercedes visitará al Papa Pio IX, con quien departirá acerca del prócer.
Nos dirán quienes pretenden sellarlo como masón, su actuación a distintas logias, pero no fueron de ese carácter, sino patrióticas. Toda revolución y se comprende la magnitud de la gesta americana, requiere de encuentros, de compromisos, de juramentos por una causa; pero estamos significando que su connotación fue la independencia de la Patria, y la lucha por la Libertad y la Igualdad. Nos dirán de una medalla en su reconocimiento por la masonería de Bruselas, pero no es determinante, pues la masonería reconoce a personalidades propias pero también ajenas a su pertenencia, así ocurre incluso hoy día. Nos mostrarán fotos de la bóveda en Brunoy –dónde por unos años reposaron sus restos- con supuesta simbología masónica, pero no era del General San Martín, sino de la familia Balcarce. Muy poco para desvirtuar toda una vida en el catolicismo, apenas unas circunstancias aisladas, que no persuaden.
Está claro que tanto la masonería (favorecedora de los intereses ingleses), como los patriotas criollos, coincidieron en propender a la independencia de las nuevas naciones americanas. Pero las intenciones, los motivos diferían; los masones pro británicos pusieron el acento en el comercio, y los patriotas en cambio en la necesidad y dignidad de la libertad por la libertad misma.
La permanencia del General San Martín en Londres tras haber dejado a España, y previo al regreso al Río de la Plata tampoco es decisiva para involucrarlo como adherente a la masonería. Tácticamente fue útil y el General San Martín no iba a descuidar detalles; ya dijimos que el enemigo era común a la masonería, y a los patriotas, su profesionalismo no lo haría pecar de ingenuo frente a la magna empresa que tendría que llevar a cabo, buscará aliados en dónde los haya. Por otra parte, fue huésped de patriotas americanos masones o no. Las diferencias fundamentales entre ellos han de encontrarse en lo estratégico, en el objetivo final querido. En tanto no olvidemos sus controversias con Lord Cochrane, los ingleses no se fiaban de nuestro Libertador.
Finalmente es concluyente el testimonio del General Mitre (masón grado 33), biógrafo del Libertador, al hablar de las logias locales, en especial de la Lautaro, que fue una sociedad secreta de carácter netamente político, y que no perteneció a la masonería. El General Mitre había consultado al General Matías Zapiola, quien había participado de la logia. Por su parte otro masón Domingo Faustino Sarmiento, opinó: “Cuatrocientos hispanoamericanos diseminados en la península, en los colegios, en el comercio o en los ejércitos se entendieron desde temprano para formar una sociedad secreta, conocida en América con el nombre de Lautaro. Para guardar secreto tan comprometedor, se revistió de las fórmulas, signos, juramentos y grados de las sociedades masónicas, pero no eran una masonería como generalmente se ha creído”.
Previo al inicio de la gesta libertadora, antes de iniciar el cruce de los Andes, San Martín hizo proclamar a la Virgen del Carmen patrona del ejército y ordenando en ese acto, al juramento a la bandera. El 5 de enero de 1817 se cumplió la ceremonia, que describieron dos testigos: Gerónimo Espejo y Damián Hudson. A las diez de la mañana entraban las tropas en la ciudad. Junto a la iglesia de San Francisco se formó la procesión. Marchaban en pos de la imagen de la Virgen “el general San Martín, de gran uniforme, con su brillante Estado Mayor y lo más granado de la sociedad mandolina. “Hubo misa solemne, panegírica del capellán Güiraldes y tedeum. Se organizó de nuevo la procesión encabezada por el clero. “Al asomar la bandera junto con la Virgen, consigna Espejo, los cuerpos presentaron armas y batieron a marcha. El regocijo y la conmoción rebasaron toda medida cuando, al salir la imagen para colocarla en el altar, el general San Martín le puso su bastón de mando en la mano derecha, declarándola así, en la advocación que representaba, patrona del Ejército de los Andes.” La ceremonia concluyó con la ovación a la bandera y un brillante desfile.
(*) Historiador y Abogado