A menos de dos meses de las elecciones, el poder no se reduce

Por Rosendo Fraga |

Pese a la campaña electoral y los conflictos que se desatan en torno a ella, la Presidenta sigue adelante con su estrategia para retener poder. El pasado miércoles 26 de agosto el Senado dio el acuerdo por 38 a 18 votos para que el director de la AFI (Parrilli) y su subdirector (Mena) queden a cargo de la jefatura del servicio de inteligencia hasta agosto de 2019, es decir durante todo el próximo período presidencial. De esta manera, la Presidenta tendría el control de esta función decisiva en el próximo gobierno, independientemente de quién sea el próximo presidente. Parrilli dijo que, pese a la designación, en diciembre pondría a disposición de las nuevas autoridades su renuncia a la Agencia, lo que no paree lógico dado el esfuerzo político realizado para designarlo. Cabe señalar que para ello el oficialismo logró dos tercios de los senadores presentes, la mayoría requerida para designar jueces incluidos los miembros de la Suprema Corte. La Cámara Alta también dio el despacho de Comisión para que el 9 de septiembre se dé media sanción con sólo mayoría simple a la ley que crea la Agencia Nacional de Participaciones Estatal en Empresas (ANPEE), que tendrá un directorio que durará cuatro años y que requiere mayoría de dos tercios en las dos cámaras del Congreso para vender acciones de empresas en manos del Estado o privatizar empresas estatales, con la excepción de YPF. A menos de dos meses de las elecciones, la Presidenta muestra que está usando el poder en plenitud. También mantiene bajo control las cuatro causas judiciales más relevantes que pueden afectarla políticamente (AMIA, la denuncia de Nisman, la investigación de su muerte y Hotesur). El sábado 29 usó por vez 34ª la Cadena Nacional de Radiodifusión; en ella mostró su ejercicio de poder y su clara afinidad con Aníbal Fernández en el acto transmitido, antes que con Scioli.

La sorda lucha interna dentro del oficialismo se hace sentir a menos de dos meses de las elecciones y anticipa el conflicto entre Cristina y Scioli si éste resulta elegido. La estrategia electoral del gobernador bonaerense es «peronizarse». Va en búsqueda de los 23 puntos del electorado -casi la cuarta parte- que en las PASO votaron candidatos del peronismo no kirchnerista. Si capta 1 de cada 3, alcanzaría el 45%. El acercamiento a De la Sota y Rodríguez Saa juega un rol importante en esta estrategia. Los gobernadores más cercanos a Scioli (Urtubey, Gioja y Closs) han apoyado moderadamente la necesidad de cambiar el sistema electoral, pero los senadores de esos mismos gobernadores siguen votando todos los proyectos del Ejecutivo. La provincia de Buenos Aires es un ámbito donde la puja se hace sentir. Cristina apoya abiertamente a Aníbal Fernández, cuyo triunfo como gobernador le permitiría sumar nada menos que al gobierno de la provincia más importante del país a su influencia política para después del 10 de diciembre. Por su parte, los intendentes bonaerenses prefieren hacer campaña con la foto de Scioli y no con la de Aníbal Fernández. En cuanto al candidato derrotado en las PASO (Domínguez), se ha alineado detrás del ganador en la interna y aspira a ser ministro de Agricultura y Ganadería en un eventual gobierno de Scioli.

Mirando al 25 de octubre, no parece estar en juego el piso electoral del oficialismo, que es del 40%, pero sí que logre evitar o no la segunda vuelta. Las denuncias contra Aníbal Fernández en la primera semana de agosto no impidieron a Scioli ganar las PASO con casi 39% y más de 8 puntos de ventaja sobre Macri. El controvertido viaje a Italia y las críticas por las inundaciones en las provincia de Buenos Aires no evitaron que los dos sondeos conocidos el domingo 23 de agosto le otorgaran 39 y 40 puntos de intención de voto y una diferencia de 7 y 9 puntos sobre el candidato de Cambiemos respectivamente. A su vez, el escándalo electoral en Tucumán tampoco ha impedido que en los tres sondeos publicados el domingo 30 de agosto Scioli en dos de ellos alcance el 40% y en el que no lo hace mantiene igualmente una ventaja de 8 puntos sobre Macri. Pero en ninguno de ellos tiene un porcentaje que permita descartar el escenario de segunda vuelta. Faltan 8 semanas paras las elecciones y muchas cosas puedan suceder hasta entonces y el foco de la atención pública seguramente cambiará hasta entonces, ya sea a favor o en contra del Gobierno. Una alteración de la situación económica, y en particular del tipo de cambio, es un imponderable que puede impedir a Scioli ganar en primera vuelta. Pero en ella la oposición tiene una oportunidad de ganar, si bien no una certeza, dado que en las PASO el 61% votó a candidatos del Peronismo.

Pese a gestos de acercamiento entre Massa y Macri, no es probable una alianza electoral entre ambos. La legislación vigente lo impide y la posibilidad de que uno renuncie a competir o que alguno de sus dos candidatos a gobernador bonaerense lo haga no parece probable, dado que dejaría a todos sus candidatos sin fórmula presidencial y debería implementarse un corte de boleta sin precedentes hasta ahora en la historia electoral argentina. El 9 de agosto, en la noche de las PASO, Massa propuso a Macri y Stolbizer sentarse a discutir políticas de estado. La última tardó diez días en responder positivamente y el Jefe de Gobierno porteño rechazó la invitación. Pero los episodios de Tucumán generaron la foto de los tres impulsando el mismo reclamo de transparencia electoral. Esta imagen puede contribuir a que el electorado opositor vote junto en caso de segunda vuelta. El acuerdo posible es que la oposición anuncie públicamente que votará en segunda vuelta por el más votado entre ellos. En el equipo de Macri argumentan que no es conveniente un acuerdo más amplio con Massa porque su participación electoral el 25 de octubre complica a Scioli unificar voto peronista en primera vuelta. Pero también es cierto que la división opositora deja abierta la posibilidad de que Scioli gane en primera vuelta si obtiene 10 puntos de ventaja a partir del 40%, esto es, sin necesidad de llegar al 45%.

En conclusión: la Presidente sigue desarrollando su estrategia para retener poder, como lo muestra la designación del jefe y subjefe de la AFI y la creación de la Agencia de Nacional de Participaciones en Empresas; Scioli busca «peronizar» su campaña, intentando captar los 23 puntos que han votado candidatos del Peronismo anti-K, lo que genera tensiones con el Kirchnerismo que anticipan el conflicto futuro si ganara; episodios como el escándalo electoral de Tucumán no bajan la base de votos del oficialismo, que ronda el 40%, pero pueden impedirle ganar en primera vuelta y no hay posibilidad de acuerdo electoral opositor, aunque sí gestos y actitudes que contribuyan a que el electorado de esta orientación vote junto en la segunda vuelta, en caso que la hubiere.

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