Con críticas al modelo, asumió Kaufmann Brea en la UIA

El ejecutivo de Arcor preside desde ayer la entidad; reclamó no negar los problemas de una industria que «no crece ni genera empleo desde hace 4 años».

Por Francisco Olivera |

Arián Kaufmann Brea, uno de los dirigentes fabriles más críticos del kirchnerismo y acaso uno de los menos vulnerables para una administración propensa a buscar prontuarios, asumió ayer al frente de la Unión Industrial Argentina (UIA) con una objeción directa a lo que el ministro de Economía, Axel Kicillof, llama «proceso de reindustrialización»: es necesario aplicar mejoras, dijo, porque el sector no repunta ni crea puestos de trabajo desde hace cuatro años.

Había sido un día difícil, porque Brasil acababa de darles a los empresarios otra mala noticia con una nueva devaluación. «Qué quilombo le dejo a este pibe», sonrió desde la platea Héctor Méndez, líder saliente. Tal vez como advertencia de que cambiará el estilo, pero no los problemas pendientes, Kaufmann citó en el discurso a su antecesor.

actividad-economica-2095176w280Escoltado por Luis Betnaza, el hombre que más trabajó para llevarlo a la conducción, y sus pares Daniel Funes de Rioja, Juan Carlos Sacco y Héctor Motta, este arquitecto de 53 años que trabaja en Arcor desde 1993 repitió entonces el mismo latigazo que venía de merecer una refutación de Kicillof: «Tal como planteara Héctor en el discurso del Día de la Industria hace pocas semanas, para nuestra entidad el único diálogo posible se enmarca sobre la base de reconocer tanto los logros de los años de expansión industrial como también no negar los problemas de una industria que hace cuatro años que no crece ni genera empleo, según las cifras oficiales».

Es indudable que empieza otra etapa. Acaso más compleja porque la cuestión cambiaria se ha vuelto, según los industriales, insostenible. El real perforó ayer en Brasil los 4 dólares por unidad y acumula ya una depreciación de 33% en el transcurso del año frente a la divisa norteamericana, circunstancia que carcome aquí la competitividad, desploma las exportaciones y multiplica las quejas.

¿Cree que se podrá evitar devaluar?, le preguntó LA NACION después a Kaufmann Brea, que eligió cuidadosamente las palabras. «Es difícil responder porque lo tenés que ver desde el contexto en que se tomen medidas para que no se pierda mercado interno -dijo-. Si vuelven a devaluar y se deteriora el salario, es perder-perder. No se trata de tomar una sola medida, sino muchas.» Insistió entonces en la aplicación de 19 propuestas que la UIA les hizo llegar tanto al Gobierno como a los candidatos: reducción de impuestos y costos, obras de infraestructura, acceso al financiamiento y abastecimiento energético, entre otros. «Hemos tenido costos de logística que venían subiendo 200 por ciento y ahora se multiplicaron por cuatro o cinco», agregó.

El otro aspecto que deberá atender es político, y quedó expuesto en una de las inquietudes que incluyó en el discurso: la necesidad de recomponer con la Casa Rosada una relación que se viene deteriorando desde 2011, año en que la UIA fija el acta de defunción de lo que llegó a definir como «modelo productivo». Dijo Kaufmann Brea: «Frente a esta nueva etapa quiero renovar el compromiso de la UIA al diálogo abierto y franco, especialmente con el gobierno que los argentinos elijamos en pocas semanas, sabiendo que nuestra institución tiene como únicos antagonistas a los problemas concretos que puedan afectar a la actividad, la inversión y al empleo».

Esa convivencia tiene por ahora la incógnita del nuevo presidente de la Nación. No pareció inocente, de todos modos, la insistencia de Kaufmann Brea en recordar dos aspectos. Primero, que «la UIA no es una entidad donde los presidentes se mantienen durante décadas». Y en segundo lugar, que representa a más de 1000 cámaras, 24 uniones industriales provinciales y 58 federaciones. Es decir, «22,6% del PBI, 19,9% del empleo, 23,8% de los salarios formales, 27% de la recaudación tributaria y más de 70% de las exportaciones del país».

Sin haber nombrado a nadie, ambas advertencias tenían destinatarios más o menos evidentes. Por ejemplo, cámaras de pequeños empresarios que han crecido al calor del Gobierno, que merodean desde hace algunas semanas los actos de Daniel Scioli y que repiten ese tópico kirchnerista que define a la UIA sólo como aglutinador de corporaciones enemigas de la Patria. Posicionarse hacia el futuro ha sido siempre un desvelo industrial.

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