La marcha atrás de Macri con las escalas de Ganancias y el 32% ofrecido a los docentes los impulsan a dar vía libre a sus pretensiones salariales. Paritarias 2016
Por Lucrecia Bullrich |
De la buena disposición al enojo. De la cautela al estado de alerta. O como sintetizó un importante jefe gremial: «Si hasta la semana pasada estábamos expectantes y dispuestos a poner el hombro, ahora estamos en guardia».
En los últimos siete días, Mauricio Macri sacudió los delicados puentes de mutua buena voluntad que había tendido con los gremios. La oferta a los docentes en la paritaria nacional, la suba del mínimo no imponible de Ganancias y la marcha atrás con la corrección de las escalas del impuesto patearon la balanza y el juego de equilibrios con los que el Gobierno y los sindicatos iban a encarar las paritarias.
El 25 por ciento como tope de la negociación salarial nunca fue aceptado por los gremios, pero si algo terminó de sepultarlo fue que el propio Gobierno lo dejara de lado con la oferta de 32% (y de 40% si se suma la parte no remunerativa) a los maestros.
Los gremios admiten que la magnitud de la suba se explica por el atraso del salario docente y que no es trasladable a otras actividades, pero también lo interpretan como una admisión oficial de que el techo del 25% es insostenible, más allá de los esfuerzos de la Casa Rosada por aclarar que las provincias pagarán a los maestros hasta ese porcentaje y que el resto correrá por cuenta de la Nación.
Aunque insuficiente y de alcance limitado (sólo paga Ganancias el 10 por ciento de los trabajadores), la duplicación del mínimo no imponible fue festejada por todos. Pero la satisfacción se esfumó enseguida con el aviso de que las escalas seguirán quietas hasta el año que viene.
Las dos medidas forman parte del paquete con el que el Gobierno pensaba morigerar la presión salarial. Todavía están pendientes la reducción en el IVA a los alimentos para jubilados y beneficiarios de planes sociales y algún avance respecto de la deuda de $ 26.000 millones que el Estado mantiene con las obras sociales sindicales.
Los gremios con porcentajes altos de trabajadores que pagan Ganancias ya están en pie de guerra. Es el caso de la Asociación Bancaria, que ayer reaccionó con un comunicado en el que acusó a Macri de «incumplir el compromiso electoral» de derogar el impuesto.
Próximas negociaciones
Los bancarios forman parte del universo de trabajadores que acordaron sumas fijas para postergar sus paritarias a la espera de un horizonte económico más claro y de que el Gobierno avanzara, justamente, con los cambios en Ganancias y en las asignaciones familiares. Reabrirán la negociación en la segunda quincena de marzo. «Nuestro piso es el 33%», dijo a LA NACION un dirigente del gremio.
Con un porcentaje similar, también los colectiveros de la UTA encararán su paritaria el mes que viene. Los ferroviarios harán lo propio en abril. Son dos negociaciones en las que, sin ser empleador, el Estado cumple un rol central. Los subsidios con los que la Nación financia el transporte público son cruciales para los cálculos de los empresarios antes de proponer cualquier aumento.
Luego, a fines de marzo, llegará el turno de los petroleros, afectados en su totalidad por la demora en la reforma de las alícuotas de Ganancias; los metalúrgicos, y los obreros de la construcción.
El jefe de la CGT Balcarce y secretario general de la UOM, Antonio Caló, ya avisó que reclamará un 32%. Gerardo Martínez, mandamás de la UOCRA, evitó dar porcentajes en público, pero piensa en una suba similar. Hoy, su mayor preocupación es la demora en el giro de fondos de la Nación a las Provincias y su impacto en la obra pública.
Más allá de cómo evolucionen las negociaciones en el sector privado, Mauricio Macri enfrenta otras urgencias. Faltan siete días para el comienzo de clases y todavía no formalizó la oferta a los docentes. Tuvo que congelarla para darles tiempo a los gobernadores, la mayoría con serios problemas financieros, para acomodar los números con los gremios de cada distrito.
Enseguida vendrá la puja con los estatales, que ya pidieron un 40% y piensan tomar la negociación docente como faro. El próximo miércoles harán un paro nacional.
Mientras tanto, y pese a los movimientos de la última semana, los voceros de la Casa Rosada siguen pidiendo calma. Lo hizo el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, que apeló a la «comprensión» y la «responsabilidad» de la dirigencia gremial. Se le sumó el Ministro de Trabajo, Jorge Triaca, que defendió el freno a la paritaria docente. «Hay que ser cuidadosos de que cada una de las Provincias pueda tener los recursos para que las negociaciones lleguen a buen puerto», dijo.