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Los expertos advierten sobre el riesgo de que la indigencia se convierta en un nuevo piso de pobreza estructural.
Un informe de la Universidad de Buenos Aires (UBA) revela un alarmante aumento de la indigencia en Argentina. Según el estudio, que se basa en datos del Indec, en el primer trimestre de 2024, más de 6 millones de argentinos no logran cubrir sus necesidades calóricas mínimas. Esto representa un incremento del 131% en comparación con el mismo período del año anterior, lo que evidencia un crecimiento mucho mayor que el de la pobreza general, que creció un 43,3% en el mismo lapso.
La cifra refleja una nueva realidad social: “casi un 11,5% de la población argentina pasó a la indigencia” entre 2023 y 2024, una situación que no solo impacta en los ingresos de las personas, sino que afecta gravemente su acceso a los alimentos.
- La indigencia en Argentina creció un 131% en un año, alcanzando a 6 millones de personas.
- En el primer trimestre de 2024, 3,4 millones de personas cayeron en la indigencia.
- El 11,5% de la población argentina no puede cubrir sus necesidades alimentarias diarias.
- Los expertos advierten sobre el riesgo de que la indigencia se convierta en un nuevo piso de pobreza estructural.
- La pobreza en Argentina afecta al 52,9% de la población, con un 18,1% en situación de indigencia.
- La indigencia no solo refleja la falta de alimentos, sino también la imposibilidad de cubrir otras necesidades básicas.
Impacto a largo plazo en la pobreza estructural
Uno de los aspectos más preocupantes de este fenómeno es el posible impacto que tendrá a largo plazo en la pobreza estructural. “Si se mantienen estos niveles de indigencia por más tiempo, la pobreza estructural sí se va a incrementar”, indicaron desde el Centro para la Recuperación Argentina de la UBA. En este contexto, los niños y jóvenes podrían ser los más afectados, ya que salir de la indigencia los situaría en un nivel de pobreza, restringiendo considerablemente sus oportunidades de desarrollo.
El concepto de pobreza estructural se refiere a aquellos sectores de la población que, debido a la falta de acceso a alimentos, educación, salud y vivienda, viven en condiciones tan precarias que no pueden superar esta situación, incluso con mejoras económicas. Si este fenómeno se consolida, podría generar un nuevo “piso” de pobreza, donde los efectos de las crisis económicas tienden a perpetuarse más allá de los ciclos económicos.
La pobreza estructural y sus efectos
Desde el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, el investigador Juan Ignacio Bonfiglio explicó que la pobreza estructural involucra una privación múltiple de derechos, como el acceso a servicios básicos y educación. Según Bonfiglio, la indigencia está asociada a bajos ingresos, lo que imposibilita incluso la compra de alimentos básicos, limitando el acceso a servicios sanitarios, educativos y habitacionales.
Sin embargo, señaló que, aunque este aumento de la indigencia podría ser un fenómeno coyuntural, es fundamental observar si las condiciones actuales generarán un cambio estructural más duradero. “Muchas veces los incrementos fuertes de la pobreza, de la indigencia, como la que vivimos, son situaciones fuertemente coyunturales”, aclaró. No obstante, advirtió que los efectos de esta crisis podrían perdurar si no se revierten las condiciones económicas que la originaron.
La línea de indigencia y sus implicancias
El informe del INDEC muestra que, en la actualidad, el 52,9% de la población se encuentra bajo la línea de pobreza, con un 18,1% de personas en situación de indigencia. La indigencia, en este contexto, significa la imposibilidad de cubrir las necesidades alimentarias más básicas, lo que refleja una situación extremadamente precaria.
Como explicó el economista Hernán Letcher, del Centro de Economía Política Argentina (Cepa), “la indigencia habla de la imposibilidad del acceso a consumos mínimos de alimentos. La línea de indigencia es una línea que implica poder comer para levantarme mañana, nada más que eso”. Este concepto subraya que la falta de acceso a alimentos básicos no solo está vinculada a los ingresos, sino también a las dificultades estructurales que enfrenta una parte significativa de la población.
Si los niveles de indigencia continúan aumentando, se complica la posibilidad de que las personas puedan salir de esta situación. “Si estoy dentro de la pobreza estructural durante mucho tiempo, probablemente no pueda ni siquiera salir a buscar empleo”, concluyó Letcher, sintetizando la lógica detrás de la pobreza estructural en Argentina.
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