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Nuevo llamamiento del Papa Francisco en la audiencia general, en vísperas de la Jornada Mundial del Refugiado promovida por la ONU: “Los Estados deben trabajar para garantizar condiciones humanas y facilitar los procesos de integración”. El Santo Padre invitó de nuevo a rezar por los países marcados por los conflictos: “Recemos por Ucrania, Tierra Santa, Sudán, Myanmar y por todos los lugares que sufren la guerra, una derrota desde el principio”. Finalmente, envió un saludo al “noble y valiente” pueblo chino.
Una invitación, un llamamiento y un saludo. Una invitación a «promover, acompañar e integrar» a los refugiados que llaman a nuestras puertas, en vísperas de la Jornada Mundial dedicada a ellos. El llamamiento a seguir rezando por la paz en los territorios desgarrados por la guerra, «una derrota desde el principio». Y el saludo al «noble» y «valiente» pueblo chino. La mirada del Papa, al final de la audiencia general, está fija en la hoja en blanco pero se amplía al mundo entero.
Acoger, promover, acompañar e integrar
En la Plaza de San Pedro, Francisco -tras concluir su catequesis sobre el tema del Espíritu Santo y la oración- en sus saludos en italiano recordó la celebración la Jornada Mundial del Refugiado, una cita anual promovida por las Naciones Unidas para reconocer la fuerza, el coraje y la perseverancia de millones de personas obligadas a huir en todo el mundo a causa de las guerras, la violencia, las persecuciones y las violaciones de los derechos humanos.
Precisamente pensando en estas personas -a la luz también de las recientes tragedias en el Mediterráneo, con el vuelco de una embarcación frente a las costas de Calabria que dejó más de 60 desaparecidos (26 niños) y un naufragio con diez muertos al sur de Lampedusa- Jorge Mario Bergoglio expresó el deseo de que el aniversario de mañana «sea una oportunidad para dirigir una mirada atenta y fraterna a todos aquellos que se ven obligados a huir de sus hogares, en busca de paz y seguridad».
A continuación, Francisco repitió los cuatro verbos que predica desde hace años para afrontar la emergencia migratoria.
“Todos estamos llamados a acoger, promover, acompañar e integrar a quienes llaman a nuestras puertas. Rezo para que los Estados se esfuercen por garantizar condiciones humanas a los refugiados y facilitar los procesos de integración”.
La guerra, una derrota desde el principio
El tema de las migraciones se entrelaza dramáticamente con el de la guerra. Como siempre en cada ocasión pública, el Papa Francisco pidió a los miles de fieles presentes en la Plaza de San Pedro y a los conectados de todo el mundo que no se cansen de rezar por la paz y por los pueblos que, en medio de bombardeos, incursiones, hambre y violencias de diverso tipo, sólo la ven como un espejismo.
“Sigamos rezando por la paz. La guerra es siempre una derrota, desde el principio. Recemos por la martirizada Ucrania, por Tierra Santa, Sudán, Myanmar y dondequiera que la gente sufra por la guerra, recemos a diario por la paz”.
Oración por el mártir, padre Michał Rapacz
Y por la paz, el Papa pidió la intercesión del padre Michał Rapacz, el joven sacerdote polaco, beatificado en Cracovia el pasado 15 de junio. En su saludo a los peregrinos polacos durante la audiencia general, recordando al nuevo beato, pidió que “su testimonio se convierta en un signo del consuelo de Dios en estos tiempos marcados por las guerras”.
“Que su ejemplo nos enseñe a ser fieles a Dios, a responder al mal con el bien, a contribuir a la construcción de un mundo fraterno y pacífico. Beato padre. Michał, ¡intercede por Polonia y por la paz en el mundo!”.
El “noble y valiente” pueblo chino
Por último, el pensamiento del Papa se dirigió a China. De hecho, Francisco saludó a los «Amigos del cardenal Celso Costantini», asociación dedicada al primer delegado apostólico en suelo chino. Sus miembros participaron en la audiencia general de esta mañana en la Plaza de San Pedro, acompañados por el obispo de Concordia-Pordenone, monseñor Giuseppe Pellegrini.
Reunidos en la Pontificia Universidad Urbaniana para una conferencia en memoria del arzobispo Costantini, a la que asistió también el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, en ocasión del centenario del Concilium Sinense de Shanghai, querido y promovido por el propio Costantini. Para el Santo Padre, es la ocasión de dirigir un saludo “al querido pueblo chino”.
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